Antes del sueño
La imagen está en un marco de madera, de bordes gruesos y curvados hacia ti. Lo miro como a un sueño como siempre quise, porque no es la imagen de la belleza, no es la postal cosmética, no tiene tus rasgos simétricos ni la sonrisa que algunas veces me diste sin miedo, sin este miedo que me tienes como si yo trajera el infierno y la traición. La elegí un día, la primera y última vez que tuve la oportunidad de robar una parte de ti, y la escogí porque sabía que así te iba a soñar, en un fondo nebuloso, atada a nada, sin tiempo. El centro es tu cara blanca, y tú miras desprevenida, como sorprendida, con una mano en la boca como si comieras o silbaras. Por ambos lados de tu cara caen cascadas que no quisieron apretarse con tu pelo recogido. La corbata exageradamente torcida hacia la derecha, el cuello y los puños desarreglados. Sé que estás cerca de los quince años y ese cálculo me produce una inercia de anciano, un temblor de fatalidad. El día de esta imagen ya sabíamos que sería imposible, que el tiempo había avanzado hacia atrás, que entré en el sueño cuando aún no dormía.
Pero tú no te lo preguntaste.
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