Febrero de cerca

Quién sabe si no hay una segunda lectura
- aquí donde me siento tantas noches a no verte -
de esta sencilla historia, de tus manos de pan sobre mis ojos
de haber tenido tantos años esta hambre de puerto,
de faro escondido, de soledad de trigo,
de ti moribunda y silenciosa
a la espera de esa muerte tuya que yo espero
para ti que sólo has descifrado un día y una noche
y las supiste así, en otro orden
con tu sentido místico de luna mentirosa.
Sabe Dios, si existe, lo que nosotros no sabemos
la verdadera vida de tus manos
desde la mañana un pan, la otra mano, un cuaderno
y que alguna vez dijiste que no debíamos temer
a esconder el humo, repensar un último cigarro.
Pero alguien sabe y no somos nosotros
que escribo preguntas para que tú no respondas
que no te ven conmigo porque eres un sueño
oculto dentro de otro y de otro y de otro sueño
donde no te llevo, sino que una imagen, otra
parecida a ti, aun sonríe, espera
canta como si no me temiera
y espera que alguien nos vea y mire al suelo
y reclame o maldiga pero al final olvide.